III. Pájaro azul

“Fiction is the lie through which we tell the truth." 
-Albert Camus.




Pregúntame una vez más qué es la depresión. Te lo digo: estar deprimido es estar acostado todo el día en la cama, incapaz de moverte, pensando únicamente en lo mucho que te gustaría dejar de existir. Existir, obviamente, porque morir implica haber nacido, y haber nacido significa interacción social, y morir ciertamente deja daños colaterales: tus seres queridos. Nadie quiere dañar a propósito a la gente que ama, aunque es casi inevitable. 

A raíz de lo mismo, tener depresión es estar rodeado de gente y aún así sentirte solo como en el medio de un bosque; pero el bosque está en llamas, y tú también estás en llamas, y todo se quema porque estás en el infierno. Algo así, pero en tu cabeza. Y curiosamente hay gente, amigos, familia, otros, que están contigo en esos momentos difíciles y no puedes evitar preguntarte: "¿por qué lo hacen?". Después de mucho pensarlo, llegué a la siguiente conclusión: porque no piensan tanto en ti, como tú piensas en ti mismo. La verdad, todos pensamos más en nosotros mismos que en los demás, para bien o para mal. Es normal. 

Pídeme también que te mencione todas las maneras en las que soy disfuncional. No me alcanzaría el día, ni la noche, aunque a decir verdad tampoco estoy tan en la mierda como otras personas. No es un consuelo, es un hecho. Admito abiertamente que soy pelotuda en muchos sentidos y de muchas maneras diferentes. Mi imbecilidad no deja de sorprenderme, y a veces hasta me entretiene; sin embargo, hay veces en que la estupidez de mi mente me agobia, aunque mi hermano mayor siempre dice que el mejor favor que uno puede hacerse en la vida, es aceptar el propio aweonamiento. Supongo que mientras más temprano uno lo acepte, mejor. Hace falta ser weón para poder ser mejor. Tres años atrás no hubiese asumido nunca hasta qué nivel llega mi pelotudez, pero hoy realmente no me quita el sueño, ni me avergüenza. Es aún más absurdo tomarse la vida en serio, y sobre todo tomarse a uno mismo en serio. 

Hablando de depresión, estupidez y seres queridos: he lastimado a mucha gente por miedo, por inseguridad, por el motivo que sea; y lo lamento, pero no me siento culpable, ni me retiene de seguir adelante. Pido disculpas sinceras y no me arrepiento de parecer tonta, porque tiempo atrás aprendí que la dignidad se pierde tan rápido como se recupera, y si eres buena persona, no puedes perder la dignidad realmente. Está bien tener miedo, está bien no saber qué hacer, y también está bien aferrarte a tu ego cuando estás tiritando; pero nunca está de más que te recuerden, aunque sea con un charchazo, que no es necesario que hagas todo por tu cuenta. 

Soy disfuncional porque demasiado tiempo pensé que podía ser perfecta, pero una mierda, no se puede ser perfecto. No importa cuánto lo intentes, siempre es un campo estéril en el que no crece nada. También tiendo a aferrarme al pasado porque me da miedo el futuro, me da miedo el dolor y la enfermedad. Me da miedo no ser tan fuerte y perder el control sobre mi propia vida. El futuro da mucho miedo, sobre todo cuando tienes el pasado de referencia; pero para ser honesta, ninguna de las dos opciones son buenas, en ningún caso. El miedo es una bestia engañosa, porque si bien es un instinto natural programado para mantenernos con vida, también te frena de otras experiencias. ¿Mi conclusión?: no puedes olvidar el pasado, porque te guste o no, forma parte de ti, y de alguna manera te diferencia del resto de las personas. Tus seres queridos no pueden borrar tu pasado o hacerlo más tolerable, la gente que te ama no puede arreglarte ni llevarse el dolor, tampoco pueden hacerte sentir bien sobre ti mismo ni apropiarse de tu carga. Eso es solo tuyo. El pasado es lo único que realmente nos pertenece. Lo choro de todo esto, es que tampoco es definitivo. Uno siempre tiene el poder de elegir. 

Camus en El hombre Rebelde, decía: "Grito que no creo en nada y que todo es absurdo, pero no puedo dudar de mi grito y necesito, al menos, creer mi protesta."; también decía -aquí voy a parafrasear- que la vida es la suma de las decisiones que uno toma, y aunque suene demasiado a seminario de auto-ayuda, tiene sentido: la vida es una larga carretera de decisiones, ensayo y error; aunque hay cosas que uno no puede controlar. La depresión, por ejemplo, es algo que no se elige. Simplemente aparece y te arruina por completo. No se va jamás, y tiene tantas tonalidades de gris, que es extremadamente difícil de comprender. No decides vivir deprimido, pero sí llega un momento en que tienes dos opciones: te mejoras, o te matas. En ese instante las cosas se ponen realmente interesantes.

Soy pelotuda y tengo depresión, pero no estoy deprimida. Son cosas distintas. También tengo gente que amo, aunque sé que nadie es eterno y eventualmente todo se va, las cosas se sufren en su momento y no antes ni después. Sigo teniendo miedo de muchas cosas, y pienso hasta diez veces la misma cosa, pero estoy mucho mejor de lo que estaba antes, y por ese avance siento orgullo y agradecimiento. Tampoco quiero ser perfecta, porque sería una insolencia hacia la humanidad, de por sí horriblemente confusa. 

Muchas veces, cuando estoy escribiendo algo, pienso: "¿Por qué me molesto? ¿Por qué escribir y publicar todas estas cosas? ¿A quién le importa?". Me pregunto si Woolf, Tolkien, Bukowski, Moore o Palahniuk, se hicieron esa pregunta alguna vez. Supongo que sí. ¿Por qué molestarse? Para ser honesta, no conozco una manera mejor de hacer las cosas y de sacar de adentro todo lo que tengo en mi cabeza, y siempre he sabido que escribir es algo que disfruto más que cualquier otra cosa. Lo sé desde que descubrí que sé más nombres de novelas que elementos químicos, y que me es más fácil memorizar nombres de autores que tablas de multiplicar. Lo he tenido en cuenta toda mi vida, aún en esos períodos donde trataba de engañarme a mí misma. Lo tengo en cuenta sobre todo cuando las cosas se ponen difíciles. En toda mi complejidad, soy rematadamente sencilla, al igual que todo el mundo. Algunos hacen deporte, otros resuelven ecuaciones; yo escribo porque es mi manera de lidiar con el sinsentido del mundo. Cuando me cuestiono si le estoy haciendo bien a alguien, al menos sé que no le estoy haciendo mal a nadie con esto, así que, pese a la voz de mi cabeza que me dice que me rinda, sigo adelante, porque me hace sentir más viva que la vida misma; por lo mismo, ándate a la cresta, pequeño diablito, porque esta ronda la gano yo. 

Quizás todo esto peca de simplista, o de superficial, o qué sé yo. Lo que sí sé, es que ha sido de todo, excepto simple, y que está recién empezando.

Termino con una cita de Camus, porque he leído mucho de él últimamente y me gusta, en particular este fragmento de "El Verano": 

En medio del odio, descubrí que había, dentro de mí, un amor invencible.
En medio de lágrimas, descubrí que había, dentro de mí, una sonrisa invencible. 
En medio del caos, descubrí que había, dentro de mí, una calma invencible. 
Me di cuenta, a pesar de todo eso...
En medio del invierno, descubrí que había, dentro de mí, un verano invencible. 
Y eso me hace feliz. Porque esto dice que no importa lo duro que el mundo empuja contra mí; dentro de mí hay algo más fuerte, algo mejor, empujando de vuelta. 


Comentarios